sábado, 1 de septiembre de 2012

TUVE UN SUEÑO

                               

                                                   TUVE UN SUEÑO

                           

  Cuando la noche abrió sus ojos y los míos se cerraron, tuve un sueño.

                Soñé con un Río y un Arroyo y así de esta forma, aparecían en el...

                   Entre majestuosos árboles centenarios discurría un río, sus aguas no eran claras, pero era amplio, caudaloso y de largo recorrido.
        A él llegaban numerosos arroyos que lo hacían discurrir, pero también llegaban a él restos de crecidas, suciedad, era importante y así se sentía, el viento no lo afectaba, su gran poder lo hacía silencioso y reptaba cual serpiente por los meandros que iba formando a su paso.
      Así de esa forma en épocas de lluvia, arrasaba con todo desde su silencio, inundaba campos, era destructor.
      Ese poder, esa sabiduría que el río creía tener lo hacían sentir seguro, incluso contemplaba con desdén  los arroyos que a el desembocaban,  al final pensaba... terminaran en mi! era dado a jactarse de ello.
      La altanería del río no le hacía recordar sus principios en el que fue arroyo antes que río y ese era su gran error.
   Por un sendero del bosque, fluía un arroyo, humilde, de agua limpia , cristalina, pura, dejaba ver el fondo a su paso, llevaba poca agua, no vagaba entre majestuosos árboles pero si entre juncos, amapolas, madreselvas, era sencillo de ideas firmes y el mismo trazaba su recorrido, en su camino había obstáculos, piedras, guijarros que el saltaba y abordaba con sencillez, al llevar poca agua le era fácil salvarlos.
        En épocas de lluvia crecía pero no hacía daño como el río.
           El silencioso río, esperaba con impaciencia la llegada del arroyo, quería absorber sus aguas claras para así de ese modo sentirse más importante, mas fuerte, para el solo era cuestión de esperar. De ese modo cuando llegase al mar vertería en el todo lo acumulado, incluido su suciedad, contaminaría con su presencia.
      Pero el arroyo muy firme y sin vanagloriarse de su existencia, trazó su recorrido, decidió no alimentar al río,  silencioso, callado y con normas, ese río inteligente y que creía controlar de forma eficaz su trazado.
 Así que buscó otros senderos y siguió transportando sus aguas claras y poco profundas hasta llegar al mar, que lo recibió con alegría. En esa costa sus aguas rebosaban de vida y sus playas eran limpias.
      En la desembocadura del río, casi no había vida. El río importante en nombre, en bagaje, no aportaba nada bueno a ese mar y eso hacía que al subir la marea, sus aguas por momentos se volviesen cenagosas cada vez más.

           Ese fue mi sueño...
                En la vida , en mi vida prefiero ser arroyo aunque a mi paso forme ruido, lleve poca agua y mi discurrir lo trace yo...
      
   


















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