martes, 17 de julio de 2012

Mariló

Mi agradecimiento a ARMANDO DE MOLINA poeta mexicano, con el que me une una gran amistad, alguien con una especial sensibilidad para plasmar sus sensaciones...
Esta poesía fue dedicada a mi...





MARILÓ


Imagino que es imposible no voltear a mirarte cuando pasas de lado por la calle con tu cabello al viento y tu delicada figura contoneándose por las banquetas.
Y qué decir si uno te mirará a los ojos en ese momento mismo en que el universo se atreve a nacer en el mirar de tus aguas profundas.
A veces te pienso;
Me suenas a bosque, a un florido camino entre selvas, a ventanas llenas de flores en los balcones de tu infancia.
Nos leemos pronto y nos pensamos más tarde, haya en la temprana bruma que despierta el frío en las calles.
Me agrada saber que puedo imaginar tu aroma, verte de frente a ojos cerrados reconocer tu piel fina paloma.
Me gusta lo que veo y lo que leo solo hace falta sentir tu piel, oler tu aroma, sentir tus pasos en retirada hacia algún encuentro.
Solo viajaría por ver tus ojos vivos, tu semblante por donde deambulan los horizontes y las planicies que permiten ver el mar de tu mirar.
a veces pienso demasiado en tu sonrisa ahí donde los caminantes hacen la parada precisa para descansar un momento y sonreír una tarde con lluvia.
Cómo caminan los perros por las sombra, cómo una sombra nos camina por el cuerpo, cómo caminas tu por las noches con los faroles apagados y la luz siguiéndote hasta tu destino.
De qué color son las nubes, qué aroma desprenden los arboles en los senderos vacios de gente, a donde van los lejanos parpados llenos de ciudad y saturados del mundo, solo los cielos los comunican en las distancias a los que por cielos miden el universo.
Al final ni todo esta acomodado como uno mismo lo acomoda y el otro solo es un instrumento de pesca, un pequeño anzuelo que se tira al mar.
Que bueno es mirar soles y disfrutar amaneceres que solo se dan en las pieles que habitan el recuerdo de los afortunados que tienen memoria.
Las distancias fieles aguardan la memoria de estas tus figuras que en la distancia dejan de ser viento para convertirse en carne de mis días.
Me gustas tú, entera sin fragmentos, sin disimulos ni velos, sin caretas, ni rostros huecos de esos que se traen a menudo sin darse cuenta.
Dulce caricia a mis ojos que te leen, azul destello a mis manos que te observan, sabor a piel en el paladar de las carnes débiles de ajuares.
Dame un abrazo, de esos, de brazos largos, de esos que no se acaban aún cuando los cuerpos crean distancias, de esos, de memoria en la piel y en el alma.
Pasar una tarde al lado tuyo ha de parecerse a comerse el primer helado de la infancia, no puedo matar el frio por que entonces moriría de calor.
Me gustaría ver tu sonrisa fracturando el silencio e hiriendo el aire caminando por las calles de tu natal Barcelona.
me agrada saber que ríes, que dices sol al abrir los labios con una sonrisa, de esas que tu sabes regalar al mundo para hacer felices a los que de tu costado pasan percatándose de que existes.
Sal a caminar un rato junto a ti acá los días estas lluviosos y te recuerdan las gotas que caen.
Estoy buscando entre la muerte a mis muertos, ¿qué hora es allá? espero que no tengan frio las aves que te avisan de un encuentro.
Te favorece esa sonrisa que prende soles en las habitaciones a oscuras, ha de ser como mirar una eternidad en dos segundos, ese tu mirar de crepúsculo en primavera, me imagino que cuando miras hacia arriba dios se distrae por un momento.
Más allá de la textura supongo que tus miradas abrazan y tus brazos miran de frente sin detenerse,
Alguna vez he mirado tus ojos para decirte el mar y las olas que habitan dentro y los miles de cielos que en un atardecer se iluminan siempre hacia el fondo.
Siempre existirá algo distinto en esto de vivir a diario, pero observar y vivir el mundo explicarlo con cada poro de piel, decirle al mundo cuantas flores abrieron en el camino a casa durante una larga primavera, decirte que la tarde cae al primer rayo de sol desprevenido que se va a dormir.
Bueno te diré una historia corta pero larga, el engañoso corazón en que caben más dudas que certidumbres, la mujer que nació para ser querida y el hombre que vivió para amarla.
Uno nunca sabe hacia dónde van los corazones, pero si las palabras, esas que pretenden encontrarte, algo así como cielo y lluvia.
Uno nunca sabe si encontrara el amor dando la vuelta en la esquina o tirando basura en las mañanas, o mirando a la bella mar una madrugada, o tu mirando una estrella despistada.
Asi del final al principio y caminando una tarde por las avenidas llenas de nubes y los aires llenos de cuidad y las tardes llenas de una dulzura que me llena el corazón de un aliento joven y con la esperanza de encontrarte alguna vez entre el mar y el cielo.






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